Venezuela es maravillosa por encima de lo que le está pasando. Me saca lágrimas. Está un poco mejor si se compara con el 2017 y siguientes años plagados de hambruna y excesivos cortes de electricidad que causaban largos apagones y mucho malestar colectivo.
Es mi deber ACLARAR que en este post contaré mi experiencia de entrar a Venezuela este verano para ir a visitar a mi familia en Maracaibo. Contaré cómo lo he vivido yo, no más nadie. Cada quien cuenta como le fue en la feria, reza un refrán español y pues yo lo aplicaré en estas teclas.
Reunirse con la familia o parte de ella es un bálsamo para el alma y más en tiempos inciertos y pandémicos. De eso saben los inmigrantes cuando se está fuera del país que los vio nacer, incluso en tiempos de paz, en los convulsos ni te cuento.
La diáspora venezolana no es cuento y hay centenares de testimonios tatuados en la red sobre cómo se sienten, se encuentran, padecen y son felices o no en los países de acogida. Muchos quisieran regresar a Venezuela cuando mejore.
Al estar segura que iría al país caribeño, comencé a organizar la entrada y salida que ataran todos los cabos para que el viaje fuera un éxito y no pasar agobios con dos menores de edad, mis acompañantes de viaje.
Además de lo pletórico que representa hacer un viaje trasatlántico, hay que sumarle las restricciones que hay para los viajeros por la pandemia SARS-CoV-2, que varían las normas según cada país de destino y desde donde se están partiendo. Yo salía de España e iría hasta Caracas pasando por Estambul y haciendo una parada técnica en La Habana, gracias a Turkish que se beneficia del monopolio aéreo impuesto por el gobierno bolivariano.
Dos pruebas PCR
Antes de salir de España tuvimos que hacernos la prueba PCR con un tiempo de validez de 72 horas, da igual si estás o no vacunado, es un requisito para abordar el avión y la piden cuando haces la facturación del vuelo. No puede ser antígenos, ni las pruebas rápidas que venden en las farmacias. Debe ser de un laboratorio autorizado para viajes y los precios varían entre 60 y 180 euros, según qué laboratorio pilles y la premura de los resultados.
Nosotros escogimos un laboratorio en Barcelona que nos ha cobrado 70 euros por persona. Las hicimos un día antes del viaje bien temprano y ya a las cinco de la tarde teníamos los resultados por correo electrónico con el ansioso resultado bien grande escrito NEGATIVO. Prácticamente la prueba para descartar COVID es como una llave que te abre la puerta de salida del país, sin esa llave no te subes al avión. Simple. Bienvenidos a la "Nueva Normalidad" como la llaman, quiénes quieren que la llamemos a tal realidad.
En Barcelona, desde dónde salíamos a la hora de hacer Check-in había que dejar pagadas las PCR que te pide el gobierno de Venezuela al llegar a Maiquetía y entrar al país. La aerolínea solicita en efectivo que pagues las pruebas bien sea en moneda local o dólares estadounidenses. Se le debe mostrar previamente los códigos QR generados cuando te registraste en el laboratorio CASA LAB, el único autorizado que hace la prueba al llegar a Venezuela, lo que ellos llaman pase de salud.
Nosotros hicimos el registro en CASA LAB 48 horas antes del viaje, así que me llevé mis códigos QR en el móvil e impresos para agilizar cuando se llegué al destino final. Turkish nos dio el resguardo en El Prat para entregarlo a CASA LAB en Maiquetía y listo.
Al pasar por Estambul el aeropuerto más grande del mundo, vuelven a pedir la PCR antes de abordar el avión, ellos le llaman Visa de salud. Es por ello que la prueba que se hace antes de salir de viaje debe estar vigente, te lo digo para que no te coja desprevenido y te ahorres dolores de cabeza.
En Maiquetía se respira otro aire
Al llegar a Maiquetía se respira otro ambiente tan distinto de los viajes anteriores que he hecho a Venezuela. Aterrizamos a un aeropuerto con poquísima gente, algo que asombra tomando en cuenta que antes de la pandemia e incluso antes de 2014 operaban más de 350 vuelos diarios. Ahora me dijeron que solo operan nueve cada día y que el grueso de la actividad se da por las mañanas sobre todo en *semanas flexibles".
Al bajarnos del avión enseguida vimos a los trabajadores de CASA LAB con sus trajes EPIs esperando a los viajeros para hacerles las PCR de rigor. Se hacen dos filas, personas de la tercera edad y madres con niños por un lado y el resto de pasajeros hace otra fila. Te solicitan la primera PCR y el resguardo de la segunda que ellos te van a hacer. Luego de hacer las comprobaciones de tu identidad, procedencia y estado de salud te pasan por una cámara de ozono para duchar y desinfectar y posteriormente caes directo en la zona donde te hacen las pruebas de COVID. Trato correcto y amable por parte de los trabajadores. Todo el proceso dura menos de una hora.
En esa área previa a la aduana donde dan la bienvenida y sellan los pasaportes te encuentras con los murales recién pintados en honor de los atletas olímpicos venezolanos y uno bien grande de Yulimar Rojas, algo que me alegró la vista y el alma. El funcionario de aduanas pidió las identificaciones, mi cédula venezolana y a mis hijos sus pasaportes, motivo del viaje, tiempo que iba a estar en Venezuela, etc. Todo estaba correcto y seguimos nuestro camino.
El aeropuerto está antiguo pero limpio, recién pintado, aires acondicionados que funcionaban bien y lavabos pulcros y en condiciones (lo observé tanto a la ida como al regreso), música venezolana de fondo mientras se hace tiempo hasta que salgan las maletas por la cinta. Las mías salieron mojadas, pero me dijeron que las habían desinfectados ¡Aparecieron sanas y salvas y no las tenía plastificadas, así que corrí con suerte o algo cambió para beneficio de los viajeros! Para mí sorpresa en ese aspecto Maiquetía está mejor. Algo que percibí de los empleados del aeropuerto es que están prestos a recibir con cordialidad y respeto a los turistas y viajeros. Desde el guardia nacional, personal de aduanas y empleados en general. Lo bueno hay que decirlo. Me sentí por primera vez en mi vida segura e4n esa terminal.
Como teníamos que cambiarnos de terminal aérea para ir al Nacional a abordar un vuelo local hasta mi ciudad natal, fuimos directo a buscar el pasillo interno que conecta ambas terminales y menuda sorpresa nos encontramos con el paso cerrado. Allí si me empecé a agobiar de solo pensar que tenía que salir con dos maletas y dos criaturas por fuera del aeropuerto, algo que a la final tuve que hacer encomendándome a Dios para que me protegiera por el minúsculo y peligroso caminito. Papi siempre me iba a buscar a Maiquetía a recibirme, esta vez lo eche tanto de menos. Papi ya no está entre nosotros.
Al llegar a la puerta de la terminal nacional volvíamos a entrar a otra cámara de ozono, mostrar los billetes aéreos y pase COVID y ya nos dejaron pasar a buscar el vuelo y hacer la facturación del mismo. Escogimos una aerolínea nacional que fue correcta a la ida, pero un fracaso a la vuelta, nos dejó tirados y tuvimos que comprar el billete de regreso por otra aerolínea que si viajaba ese día. Hasta la fecha la aerolínea le echa la culpa a la agencia de viajes que emitió el boleto y viceversa y todavía no veo el reembolso ni creo que lo veré, para serles sincera.
La escasez de gasolina está grave
En Maracaibo, el tema de la gasolina está grave. El parque automotriz es casi inexistente en las calles de la ciudad. Sin ánimos de ofender pero se pareció a Corea del Norte, sin coches en las vías. La gente que tiene coche lo usa para realizar las actividades estrictamente necesarias. Hay largas colas para repostar y están divididos para comprar gasolina subsidiada y gasolina en dólares. Una odisea echar gasolina en el país donde el oro negro brotaba como manantial en otrora.
Los supermercados de la ciudad si estaban bastante surtidos y con los precios claramente en moneda local y en dólares americanos. La cosa pinta mejor, aunque debería estar BIEN, MUCHO MEJOR y crear más empleo con sueldos dignos. Empiecen por eso, si de corazón la quieren restaurar.
Todo está por hacer
Solo espero y aspiro volver pronto a la Venezuela libre y próspera donde nací y me críe, pujante, renovada, modernizada y eso lo pueden hacer los venezolanos de buena voluntad con su granito de arena así como trabajan las colonias de hormigas que llevan a cabo tareas complejas sin necesidad de un líder (jerarquía).
Los hormigueros son los únicos sistemas de las naturaleza que carecen de control centralizado. Los venezolanos tenemos altas capacidades para hacerlo si queremos. Los que están dentro y los que estamos afuera.
¡Dios bendiga a Venezuela!
Todo está por hacer. Manos a la obra.
Patria es un nombre, una palabra. Y es fuerte, tanto que ningún mago ha pronunciado hechizo mayor y ningún espíritu ha respondido a una llamada más fuerte
*Semana flexible: En Venezuela es la semana de flexibilización laboral y económica del esquema 7x7 (7 días flexible y 7 dias radicales) que contemplan las medidas de bioseguridad que ha tomado el gobierno nacional para afrontar la pandemia COVID19
*Semana radical: Semana de cuarentena radical. No operan vuelos nacionales. No abren los bancos de forma presencial y solo trabajan sectores de salud, alimentación y transporte, aunque por el tema de escasez de gasolina este sector está en decadencia.
Recomendaciones:
Revisar siempre la información en canales oficiales, AENA, CASA LAB, aerolíneas, ministerios de relaciones exteriores, etc.
Comprar los billetes aéreos con tiempo e informarte sobre las restricciones de viaje, cambian cada semana.
La moneda oficial es el bolívar. Sin embargo, extraoficialmente se usa el dólar estadounidense, lleva billetes de baja denominación, no monedas.
Si llevas un drone debes registrarlo antes de entrar al país antes las autoridades pertinentes.
Si vas a otro estado del país comprar los billetes aéreos a una agencia de viaje de tu confianza y que el viaje sea en semana flexible. En semana radical no hay vuelos nacionales. Solo abrieron uno de Conviasa el domingo radical a las 20 horas y eso era cuando ya me regresaba a España.
Llegar al aeropuerto cuatro horas antes del vuelo. Así evitarás agobios y colas.