Un año...

Un año ya ha pasado.

Papi ya ha pasado un año desde que te fuiste de este plano, escribo esto y quiero que sepas que lo he asimilado a medias. Todavía me supera, me falta el aire cuando me acuerdo de aquel 17 de junio. Solo me consuela al recordar que siempre estuviste presente en todas mis etapas y eso me hace sentir más gratitud que duelo, porque no todas las hijas pueden decir lo mismo.

En este año han ocurrido muchas cosas a nivel mundial, local y personal. La pandemia por el virus que vino de tierras lejanas sigue infectando gente, espero que sea controlada pronto con la vacunación y no muera más gente inocente. Se ha cargado a 4 millones de personas de casi todas las edades y nacionalidades, una verdadera pena. La media de contagios sobre los 1.500 diarios ya no son noticia aquí, por suerte va en descenso.

En cuanto a la familia, tienes un nuevo nieto, un bebé que ha traido bajo el brazo una cajita de paz y ha traido felicidad a la familia; Mateo es como una bocanada de aire fresco dentro de las circunstancias que nos ha tocado vivir y se parece a ti y a mi físicamente ¡Dios siempre es bueno y para siempre es su misercordia!, mi vieja está tranquila cuidando a su nuevo nieto y ya sabes donde hay niños, hay diversión.

Cuando celebró mis logros enseguida te los dedico porque se que tú eras la primera persona que se alegraba de mis dichas, te alegrabas incluso más que yo misma, porque siempre me regalaste ese apoyo incondicional que ahora de adulta se traduce en mi arranque con seguridad para ir por la vida con los pies bien puestos sobre la tierra.

Estoy aprendiendo un montón sobre una nueva cultura profundamente confucionista, la cual me abre la mente con la curiosidad que me caracteriza. Lo usan como código moral y lo que más me agrada de ellos es que el bienestar social y familiar está por encima de las necesidades del individuo, allí vales lo que vale tu nombre, por tu Kibun y eso repercutirá en la familia y nuevas generaciones. Tú también le dabas mucha importancia a la familia.

Papi quiero que sepas que sigo estando de acuerdo que el luto hay que vivirlo de verdad y no como si no hubiese pasado nada. Te he llorado y no me da vergüenza decírtelo, porque la emoción viene a mi, la suelto y lloro si es necesario para liberarme. Ahora que hago yoga con más disciplina he aprendido a respirar mejor, al respirar hondo me ayuda aliviar la mente y el cuerpo y le doy un stop a mis preocupaciones puntuales.

Quiero que sepas que no te olvidaremos, cada día te recuerdo, fuiste un padre tan amoroso, dedicado y presente, que lo sigues estando desde otra esfera pues a tus nietecitos les enseñó lo que me enseñaste a mi de la vida. Te honro y te honraré cada día hasta que me vaya de este mundo. Escribir esto me hace sentir mejor. He comprendido que hay que estar abierto para aprender las lecciones que da la vida, la mía este año ha sido lidiar con la muerte, con el luto, no me gusta este profesor y las emociones que pone en mi, pero me ha enseñado lo que he tardado años en asimilar.

La vida es más llevadera cuando aprendo a aceptarla tal como ES. Dame tu bendición y quiero que te encuentres bien en donde estés, gracias papi, gracias por enseñarme más a amar que odiar.

Tu hija mayor.-