Si hay algo que se ha quedado enganchado como un ancla en mi memoria sensorial y operativa es la colosal mesa blanca, ovalada y absurdamente larga de Vladimir Putin. Él sí sabe poner distancias sociales e ideológicas en una reunión.
Distancia prudencial por el virus, quizá. Demostrar frialdad como propagandeó la CNN y BBC lo dudo. Lo que sí es una realidad es que a ese hombre no le apetece estrechar manos ni hacer contacto visual con alguien con quien no habrá trato, por lo menos de cara a la galería.
¡Madre mesa, por Dios! Él tendrá sus razones de peso para sentarse de esa manera con sus invitados (aliados o enemigos) a tomar decisiones en medio de un a crisis internacional, más allá del virus o de no querer el codo a codo porque no son encuentros amistosos en realidad. Putin sabe perfectamente que su cabeza tiene precio en todas las monedas.
Los seis metros de longitud de la mesa no invita a la concordia ni por asomo. Es preferible hacer una videollamada. Repito él tendrá sus razones. Algunos especulan que es para que no le cuelen polonio por las fosas nasales y según Reuters fue porque Macron se negó hacerse una PCR previa al encuentro en febrero como lo propuso el protocolo ruso e insistía en que estaba vacunado. El presidente de la France, no quería entregar en bandeja de plata a los rusos su ADN, argumento que repitió hasta el cansancio la CNN.
Debe tener sus ventajas conversar con una mesa así de larga. Se me ocurre que no le notas a tu invitado la respiración o cuando transpira, los olores corporales o cuando le de por sonarse la nariz o pestañear cuando está nervioso o sus manías cuando está ansioso o cuando le dé por jurungar el móvil. O eres de esos que quiere evitar a los invitados besucones.
Esa mesa dice tanto o simplemente Putin pensará "mientras más lejos mejor..." y como ex agente de la KGB para él algunos los tacha de sospechosos porque provienen de los países hostiles con Rusia. Simplemente muestra quien manda en el Kremlin, cómo lo hace, cómo quiere recibir y escuchar a sus invitados, a algunos con nulo acercamiento o a otros más cercanos como con Trump, los mandatarios israelíes o el presidente de Argentina, Alberto Fernández o el presidente de Kazajistán, Kassym-Jomart Tokayev. y también a Bolsonaro a quiénes les ha dado trato preferencial recibiéndolos en una mesita. En el caso del presidente húngaro, Viktor Orbán, su equipo si dio por positivo por COVID 19 y fue por eso que lo recibieron en la mesa larga.
Putin es un zorro o como decimos dónde nací un gallo jugado. Simbolismos para analizar sobran, para el ruso no hay términos medios: ataca o lo atacan. El tiempo lo dirá.
Claro, ni él, ni sus decisiones, ni su país pasan desapercibido en estos tiempos que corren, especialmente desde el 24 de febrero que comenzó la invasión a Ucrania. Su figura anda por los suelos.
Sin embargo como reza el dicho "Lo cortés no quita lo valiente" o a Putin le da alergias los líderes de Europa que le hacen la pelota a los globalistas. Ha marcado la distancia social, distancia ideológica y distancia en la hoja de ruta.
Lo que sí ha quedado claro es que el desprecio también se puede expresar con una mesa larga blanca y ovalada hecha España.
Fin
Características de la mesa
.-Blanca y ovalada sobre tres columnas. Seis metros de longitud.
.-Para su fabricación se utilizó una madera de haya de los Alpes de árboles nacidos y crecidos a la sombra según la empresa valenciana (en Alcàsser) España a la que fue encargada por el Krelim para amueblar la zona presidencial.
Invitados que ha recibido Putin en la mesa larga
Olaf Sholz, Canciller de Alemania.
Enmanuel Macron, presidente de la República de Francia.
Antonio Gutierres, Secretario General de las Naciones Unidas.
Viktor Orbán, primer ministro de Hungría.