Cuando releo los libros del poeta y escritor italiano Dante Alighieri, me imagino que estamos haciendo el vermú y conversando sobre lo trascendental que es el don de la vida, sus virtudes y misterios. Me recreo un escenario mental donde desmenuzamos las páginas, le pregunto minuciosamente lo que quiero atesorar para mi alma.
Él escribía elegantemente sus libros y fragmentos en presente atemporal, haciéndole una venia a su escuela de maestros en sus fantásticas obras.
Uno de sus 795 libros que me gusta leer así sea una vez al año es el fragmento "Las cuatro edades de la vida humana" un texto fácil y rápido de leer en un tirón, es como una estrella fugaz en el firmamento literario.
El escritor florentino dijo que la vida humana se divide en cuatro edades:
1.La adolescencia (crecimiento de la vida)
2.La juventud (la edad perfecta porque sobra la energía fructífera que se puede aprovechar)
3.La senectud (tercera edad)
4.La senilidad (cuarta edad y retorno a Dios)
Comencemos a desmenuzar la primera edad es la adolescencia y que se prolonga hasta los 25 años. En ese tiempo nuestras almas se dedican al crecimiento y embellecimiento del cuerpo, se dan grandes transformaciones en la persona aunque el raciocinio aún no puede discernir con perfección, es por eso que a esta edad se necesita un tutor.
En esta edad primera edad, la buena naturaleza da cuatro cosas que te encaminan en el buen vivir: la primera es la obediencia; la segunda, la suavidad; la tercera, el pudor y la cuarta, la belleza corporal.
El escritor italiano autor de "La Divina Comedia" enfatiza que no podemos alcanzar una vida perfecta sin amigos, ya que la mayor parte de la amistad se siembra en esta etapa de la edad primera, porque se comienza a ser agradable o desagradable, cortés, sosegado, ser reverente y estar deseoso de saber (curiosidad) y también en esa edad se necesita un freno para no desviarse en el camino, se necesita corrección, penitencia por las faltas para que se llegue a tener vergüenza y respeto. También se desarrolla el pudor, un apartamiento del espíritu de toda cosa fea, por eso es que a esas edades se ruborizan ante algo pecaminoso, porque el pudor refrena deseos deshonestos, detiene palabras feas.
Con respecto a la belleza corporal Alighieri lo explica al detalle que en resumen a esa edad el cuerpo está bien ordenado y dispuesto en todas sus partes, es hermoso en el conjunto total y en todas sus partes por la buena salud que se goza “que pone sobre el cuerpo un color dulce y grato a la vista”. Por lo que se puede afirmar que la naturaleza noble embellece y da proporción armónica al cuerpo.
La segunda edad es lo que considera Dante y otros sabios de la época como la “cima de la vida” dura unos veinte años siendo los 35 años edad la punta del arco donde ya se tiene un juicio natural. La juventud acaba a los 45 años.
En esta etapa la persona se hace fuerte, templada, cortés, leal y amorosa con ellos mismos y eso se manifiesta en el exterior en el trato que se le da a las personas que les rodean. También se obedece a la razón, que le guía con freno y espuela como a una caballo. Como está en la cima de la vida, necesita mirar con amor hacia atrás y hacia adelante, debe amar a sus mayores quienes le han dado el ser, el alimento y la educación y debe amar a sus menores dando ejemplo de lo que ha recibido de sus mayores. La lealtad se refiere que a esta edad se debe demostrar que se cumplen con las leyes y se deleite en su cumplimiento. A esas edades son necesarias cultivar la templanza, la cortesía, la lealtad, manifestar amor, la fortaleza, abonos suficientes para un alma noble.
La tercera edad es la senectud comienza a los 46 hasta los 70 años. Dice que el alma noble en la senectud es prudente, justa y generosa, y se alegra de hablar bien en provecho de otros y de oírlos, lo cual es ser afable. Estas cuatro virtudes convenientes a esta edad hace que la madurez o lo que conocemos como la vejez de un fruto dulce para nosotros mismos y para con los demás y cita Aristóteles quien dijo que el hombre es un “animal civil”, porque se le exige ser útil para sí mismo y para los demás, para su patria y para el mundo entero.
En esa edad es importante ser prudente y sabio, para eso se requiere tener una buena memoria sobre las cosas vistas a lo largo de la vida, un buen conocimiento de las cosas presentes y una buena previsión de las cosas futuras. Y cita al filósofo en el libro sexto de la Ética “es imposible que sea sabio quien no es bueno”. No se puede llamar sabio a aquel que procede con argucias y engaños; ese no es sabio, es astuto. En cuanto a la virtud de la prudencia a esa edad, esta procede de los buenos consejos, los cuales conduce al que los da y a los que lo recibe a buen fin de las cosas y en las acciones humanas. Con respecto a la virtud de ser justo, es necesario a esa edad para que los juicios y autoridad sean una luz y una ley para los demás. Los antiguos filosóficos observaron que en la senectud, la justicia aparece en esta edad, es por ello que el colegio de los gobernantes se le dio el nombre de Senado, gente de la sociedad que tenían esas edades.
En cuanto a la virtud de la generosidad, esta necesita tiempo y lugar oportuno para que el generoso no se perjudique así mismo y a los demás, cosa que no se puede alcanzar sin prudencia y sin justicia, virtudes cuya perfecta posesión antes de esta edad es imposible por la vía natural. Y en cuanto a ser afable, significa hablar bien y oír el bien de los demás con agrado, porque entonces es bueno hablar bien cuando hay quien escucha lo que se habla. Y a esa edad se lleva consigo una especie de autoridad porque debido a su larga experiencia de vida puede hablar de cosas más bellas y rectas.
La senilidad dura unos 10 años aproximadamente y lo considera que es es el retorno a Dios. La cuarta parte de la vida.
Lo que hace el alma noble en la cuarta edad es lo que se llama senilidad. Hace dos cosas: una es que retorna a Dios, como a puerto de donde partió para entrar en el mar de esa vida pero lo hace con paz y serenidad; la otra es que bendice el camino que ha hecho, porque ha sido recto y bueno y sin amargura de tempestad.
Se aleja de las cosas y los pensamientos mundanos. Bendice el tiempo pasado, recuerda sus buenas obras.
Aclaración: Aunque el poeta y escritor florentino es enfático en aclarar que estas edades pueden ser más largas o cortas según nuestro temperamento o constitución, según la integridad del tiempo total de la vida natural.
Citas de Dante en este fragmento:
"De Senectute", de Marco Tulio Cicerón.
"Eneida", Virgilio.
"De los oficios", Tulio.
"Regimiento de príncipes", del poeta Gil
Proverbios 1,8
"Ética", de Aristóteles.
"De la juventud y de la ancianidad", Aristóteles.
"Pharsalia", Lucano.
"Mertamorfosis", Ovidio.