Esta semana nos despertamos con la noticia de un submarino extraviado en el fondo del océano, para más INRI había bajado con turistas del océano profundo que anhelaban ver los huesos corroídos y centenarios del Titanic. Una osada historia de exploración marina con final trágico a un destino ¿maldito?.
Los cinco pasajeros que perdieron la vida eran un británico, un estadounidense, un francés y dos paquistaníes. Iban dentro sentados en el suelo del sumergible bautizado Titán, de la empresa OceanGate Expeditions como sardinas en lata. Quizá ni se enteraron de que iban a morir ya que perdieron la vida tras una implosión catastrófica, según las autoridades marítimas estadounidenses que confirmaron el suceso en el Atlántico Norte.
En la inmersión se encontraban el multimillonario británico Hamish Harding, de 58 años, presidente de la compañía Action Aviation, empresario, piloto y turista espacial; el paquistaní químico Shahzada Dawood, de 48, vicepresidente de Engro, y su hijo Suleman, de 19, -ambos también con nacionalidad británica-; el experto buceador francés Paul-Henri Nargeolet, de 77 años, experto en el Titanic y quien recuperó más de 5000 objetos del barco que conforman la memoria histórica de la tragedia y Stockton Rush, de 61 años, director general de OceanGate Expeditions, quien había incluso trabajado para la NASA.
Qué buscaban
La expedición fallida de Titán me produce varias interrogantes.
1. Qué fueron a buscar allá abajo que arriesgaron tanto. ¿Algo en especial? ¿A ver o presenciar algo extraordinario en esa oscuridad profunda? Un ritual, un talismán, el santo grial, ver una fauna marina especial.
2. No era la primera vez que bajaban tanto metros (3.800 metros de profundidad). El cineasta y expedicionario James Cameron ha ido más abajo hasta 10.850 metros a la fosa de las Marianas en su sumergible DEEPSEA Challenge.
3. Había tensión entre el pasaje, el más joven Suleman no quería ir a la misión, pero ha ido para complacer al padre, mientras que el CEO de la empresa Stockton Rush alardeaba en el pasado que no era tan importante la seguridad calificándola de "despilfarro" y ya en otras misiones los fallos en las comunicaciones era evidente. Además los militares les avisaron que había sido un invierno duro en la zona.
4. Por qué se le dio tanta cobertura televisiva con un guión dramático si ya la Marina estadounidense había detectado la implosión del sumergible extraviado tras comenzar la misión el mismo domingo 18 de junio y no fue hasta el jueves 22 que dieron la noticia dándolos por muertos al encontrar los restos, teniendo a la gente en desdén y haciendo conjeturas, división de opiniones, un mar de fake news a la orden día.
5. La exploración en aguas profundas por el "bien de la humanidad" y como un "aporte al turismo" con todos los riesgos que implica, no cuela. ¿Qué fueron a ver?
El tiempo dará las respuestas o quedará sepultada en las profundidades del océano.
Lo que sí queda claro es que la decisión de explorar en aguas inhóspitas no se toma a la ligera, ni por capricho, por impulso, ni por moda, además el billete cuesta 250 mil dólares por persona. Quedar atrapado allá abajo y que no te puedan rescatar tan rápido que te aleja la probabilidad de sobrevivir no es un juego. Hay que pensárselo bien. Esto quedará en la hemeroteca para los amantes expedicionarios de las aguas profundas cuando lo quieran masificar para el turismo.
Los cinco tripulantes de este 18 de junio serán inscritos en la lista de pasajeros fallecidos del Titanic 111 años después. Bastante material da para una película o serie. Los desafíos que pone el mar son inesperados.
Fin