El K-drama La Buena Mala madre (The Good Bad Mother), proyecta en catorce episodios lo real y lo fuerte que puede llegar a ser la influencia de una madre para sus hijos por pasiva y por activa, tanto si cría sola o con pareja. Te hará valorar más a tu madre o no, pues los hijos no traen manual y cada quien hace lo que sabe y lo que es.
El drama coreano producido por Drama House narra la historia de la madre Jin Yong-soon (Ra Mi-ran) que se queda sola con su hijo Choi Kang-ho (Lee Do-hyun) tras la muerte de su marido en circunstancias extrañas. Ella decide criarlo de una manera muy estricta para que llegara a ser alguien en la vida, por lo que le impedía hacer vida normal con los chicos del pueblo llamado Jou-ri donde vivían. Según ella debía estudiar para ser fiscal en Seúl y no entretenerse con sus iguales que tenían pocas aspiraciones en la vida.
El argumento central de la serie coreana es la relación materno-filial entre Yong-soon y Kang-ho, sus aciertos, desaciertos y al desarrollarse la trama va de mucha de redención. Los elementos claves del drama son los cerdos, pues la protagonista es dueña de un criadero de cerdos, así como la canción de los 80` I'm happy, de Yoon Hang gi, la cual se escuchará durante todo el k-drama, incluso es el ringtone del móvil de Yong-soon.
Paradójicamente la letra de la canción y la trama impregnada de demasiada tragedia por donde se mire no te dejarán indiferente, es lacrimógena, divertida, estricta, comunitaria.
Cuando te explico que va de mucha redención, es porque madre e hijo a través de un trágico accidente tendrán la oportunidad de reencontrarse y reconectarse de una manera sana, espontánea, fructífera en el vínculo sin la sofocante relación que tenían antes del suceso donde Kang-ho quedó con amnesia, con la mente de un niño de 7 años, invalido y muy vulnerable y por el cual debe volver a su casa materna en el pueblo de Jou-ri para un nuevo comienzo sin ser tan entrometida su madrecita.
Yong-song cae en cuenta que debía rectificar y no repetir la misma crianza estricta del pasado al ser una madre inaccesible, distante y con una actitud negativa, por lo que cambia de estrategia y se muestra más flexible. Ella debía volver a enseñar a su hijo a valerse por sí mismo para que en un futuro se encargará de la granja de cerdos cuando ella faltara. Además se enteró cómo su hijo tras graduarse de fiscal se volvió ambicioso, frío, desprendido con ella, con la gente y hasta corrupto, muy lejos del ideal de lo que ella anhelaba para él.
El fin de la segunda oportunidad que les dio la vida fue recuperar la relación que se había perdido cuando él se mudó a Seúl al salir del yugo materno, sanar el vínculo y reencontrarse con otra actitud más benévola para ambos.
Si eres de lágrima fácil, te aconsejo tener muchos pañuelos al lado, vas a derramar muchas. Te encantará si amas las series sobre la maternidad y la crianza. Además, Lee Do-hyun es un actor que sabe llorar y te convencerán sus lágrimas y pasarás al siguiente nivel te conmoverá su magistral actuación. Es muy talentoso, ya lo vimos en La Gloria.
Otro de los puntos fuertes de la serie que le dan color, ternura, vida y sentido al drama es la aparición de los niños Seo Jin y Ye Jin, los hijos del protagonista con Mi Joo, su novia de toda la vida.