Esperaba más de París…
La ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París 2024 fue una mezcla de aciertos y desaciertos.
El desfile de los barcos con las delegaciones por el río Sena, que prometía ser espectacular, resultó decepcionante. Los planos televisivos, con una duración de microsegundos, hicieron que la experiencia fuera poco dinámica y nada vistosa. La expectativa era ver a los protagonistas, los atletas, con sus mejores trajes, pero parecía que había otra agenda. Tal vez, en persona, se veía mejor.
•Lo destacado•
Uno de los momentos más impactantes fue la singular actuación heavy metal de Gojira en La Bastilla, con la decapitación simbólica de María Antonieta antes de entrar en el número de “Liberté”. Fue un guiño a la historia que, aunque controvertido, mostró el orgullo francés por su pasado. Mirarle las caras de los monarcas europeos presentes fue todo un poema.
El homenaje a las diez mujeres de oro también fue sublime. Entre mis favoritas estaban Simone Veil, Paulette Nardal y Christine de Pizan. Fue un momento emotivo que celebró la importancia de estas figuras en la historia de Francia. Ellas han dejado una marca indeleble en sus respectivos campos. Simone Veil, con su lucha por los derechos de las mujeres y la justicia social; Paulette Nardal, pionera en la lucha contra el racismo y en la promoción de la identidad cultural afro-francesa; y Christine de Pizan, una de las primeras mujeres escritoras en la Francia medieval que defendió los derechos de las mujeres y cuestionó las normas de su tiempo, son ejemplos brillantes de coraje y excelencia.
Otro acierto fue el número que repasó la riqueza cultural de Francia, desde sus museos y bibliotecas hasta sus universidades. El homenaje a los inventores franceses demostró el orgullo nacional por sus contribuciones al mundo.
La inclusión del parkour en la ceremonia, con un desconocido portando la antorcha por los tejados, resultó graciosa y creativa. Aunque parecía una mezcla de Cat Noir y Ratatouille, en realidad fue un homenaje al Fantasma de la Ópera.
El juego de luces en la Torre Eiffel fue espectacular y original, aunque el costo de 100 millones de euros es discutible.
•Lo que no me gustó•
El desfile de moda con las 3000 formas de vida no binarias y otros integrantes del colectivo LGTB+ fue innecesario. Ridiculizar “La Última Cena” con esos esperpentos estaba de más y se alejó del espíritu olímpico. La inclusión de una niña en este contexto fue desafortunada. Se metieron con el cristianismo, pero no tuvieron el valor de ridiculizar al Islam.
El respeto hacia los símbolos cristianos de Occidente no es solo una cuestión de cortesía, sino de reconocimiento de su impacto histórico y cultural. En una ceremonia de alcance global como la de los Juegos Olímpicos, es esencial que todos los elementos presentados respeten la sensibilidad religiosa y cultural de los espectadores.
El jinete envuelto en una atmósfera oscura y dramática corriendo sobre las aguas del Sena evocaba una sensación de fantasía sombría. La imagen, que al principio podría parecer una alusión a la historia o mitología, resultó ser un elemento estilístico que resonó más con el género gótico que con el espíritu olímpico festivo. Para pensar cuando ha llegado a Trocadero y ha guiado a todas las banderas del mundo.
•El final•
Celine Dion salvó el final de la ceremonia con su poderosa voz al interpretar “L’Hymne à l’amour” de Edith Piaf. Después de cuatro años alejada de los escenarios por su enfermedad, se emocionó mucho al estar allí. Chapeau por ella, somos fan.
El broche de la ceremonia fue el globo aerostático que sostenía el pebetero sobre el jardín de las Tullerías. Sin querer ser mal pensada, parecía un espejismo de una bomba nuclear.
•Reflexión final•
París, con su impresionante arquitectura, merecía una ceremonia mejor ejecutada. Macron y su equipo optaron por un enfoque que dejó mucho que desear. La realización fallida y los planos inadecuados empañaron lo que podría haber sido un evento memorable. Espero que haya consecuencias y se tomen medidas para mejorar en el futuro.
“Estamos orgullosos de haber revolucionado los códigos de la ceremonia de inauguración” declaró Tony Estanguet, presidente del Comité Organizador.
Ya lo creo rodarán cabezas, tiempo al tiempo.