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Verosímiles
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Carol Camacho y sus catorce guardianes

Carol Camacho y sus catorce guardianes

Donde hay gatos, hay hogar y amor infinito. Foto: Creada con AI.

Donde hay gatos, hay hogar y amor infinito. Foto: Creada con AI.

Carol es una mujer de gran sabiduría y corazón. Maestra de vocación, periodista de alma inquieta y poetisa de mirada profunda. Siempre ha sabido que su misión en la vida es mucho más que lo que ve en el mundo.

No tuvo hijos biológicos, pero nunca ha sentido un vacío, porque es madre en muchos otros sentidos; de sus sobrinos, sobrinos nietos regados por el mundo, de sus alumnos, y, sobre todo, de catorce felinos que llenan su hogar de amor y travesuras.

Cada día, Carol se levanta antes del amanecer, enciende una vela en su pequeña capilla, ubicada en la esquina de su habitación, y toma su rosario. Sus dedos se deslizan suavemente por las cuentas mientras reza en silencio, dejando que la paz la envuelva y preparando su espíritu para las sorpresas del día.

Con los primeros rayos de sol, su casa se llena de vida: catorce gatos despiertan de sus sueños felinos y la rodean, ronroneando y frotándose contra sus piernas, sabiendo que es hora de recibir caricias y, por supuesto, el desayuno.

La Reina Madre Evaluna, la más malhumorada de los catorce, tiene un carácter que todos en la casa respetan. Con sus ojos penetrantes y su caminar altivo, marca su territorio y no tolera que los otros gatos invadan su espacio sin permiso. Sin embargo, cada mañana, cuando Carol toma su rosario y comienza a rezar, algo cambia en Evaluna. Se acerca lentamente, con un aire solemne, y se acurruca junto a los pies de su dueña. Al oír las oraciones y sentir la serenidad en la voz de Carol, la vieja gata parece encontrar su propia paz, dejando de lado su malhumor y cerrando los ojos en un suave ronroneo, como si el rezo fuera un bálsamo que calmara todas sus tempestades.

Leo Dan, con su carácter juguetón, es el primero en subirse a las mesas, tirando al suelo cualquier objeto que encuentra interesante. Harry, con su andar elegante, se estira al sol mientras las hermanas Lunita y Mota juegan persiguiéndose por la casa.

Catira, con su pelaje dorado, y Ceniza, de suave color gris, prefieren quedarse cerca de la ventana, observando los pájaros que revolotean en el patio, mientras Lunita y Lumumba, dos pequeños revoltosos, corren tras sus sombras, enredándose en las cortinas y riendo con sus ojos brillantes, como si fueran niños en un patio de recreo.

Ceniza, de ojos serios, tímida, y solitaria custodia la puerta principal, mientras Mota, la más traviesa, se entretiene cazando mariposas imaginarias. Blanquita, con su pureza de nieve, y Celia, con su dulzura y serenidad, se acurrucan juntas sobre la cama. Por último, Penélope siempre parece tener un aire pensativo, como si estuviera tramando alguna travesura futura.

Carol encuentra en cada uno de ellos una chispa de inspiración. Su vida gira en torno a las historias que escribe en su mente y que, a veces, plasma en un cuaderno junto a su cama.

Una tarde en particular, ella sintió la necesidad de escribir. Se sentó en su sillón, con la Reina Madre Evaluna en su regazo y los demás gatos dispersos por la sala, y comenzó a escribir sobre la compañía, el amor incondicional y el vínculo invisible que une a aquellos que eligen amarse, aunque no compartan la misma sangre.

Escribió sobre la fuerza que encuentra en sus oraciones, el consuelo que siente al saber que sus gatos la escuchan, y la magia que halla en cada rincón de su hogar, donde la vida siempre está presente en forma de maullidos y ronroneos.

A medida que la pluma danza sobre el papel, sus gatos, como si comprendieran, se acercan lentamente y se acomodan a su alrededor, formando un círculo de calor y compañía. En ese momento, Carol supo que nunca estará sola. Su hogar, lleno de poesía, fe y catorce almas felinas, es un refugio donde la vida se despliega en su forma más pura y auténtica.

Y así, rodeada de sus catorce gatos, su oración diaria y las palabras que llenan sus cuadernos, Carol vive con la certeza de que su historia, al igual que las vidas de sus queridos compañeros, es parte de algo mucho más grande: una sinfonía de amor que resuena en cada rincón de su hogar y en cada alma que toca.

En honor a sus majestades, los gatos de Carol: Evaluna, Harry, Leo Dan, Cristina, Oriana, Catira, Ceniza, Lunita, Lumumba, Tomasa, Mota, Blanquita, Celia, Penélope