Tradición, colores, sake, mochi y alma japonesa para celebrar el Nuevo Año en Barcelona. Foto: Verónica González M.
Este domingo 26 de enero, el Colegio Japonés de Barcelona, en Sant Cugat del Vallès se convirtió en el epicentro de una auténtica fiesta japonesa, donde la comunidad nipona, catalanes y amantes de Japón celebraron juntos el Año Nuevo Lunar con una jornada inolvidable.
El evento comenzó con un momento cargado de simbolismo como ha sido la apertura del barril de sake o “Kagami Biraki”, un ritual tradicional que marca los inicios auspiciosos, seguido de un brindis colectivo lleno de buenos deseos para el año nuevo.
El baile Nebuta protagonizado por los alumnos del colegio japonés fue otro momento de la jornada, una danza colorida y vibrante que rinde homenaje al famoso festival de Aomori, mostrando la riqueza de esta tradición única.
La gastronomía japonesa fue un deleite para todos los sentidos, con una amplia selección de platillos:
• Tonjiru: sopa de miso con cerdo y verduras, reconfortante y cálida.
• Omusubi Konbu: onigiri rellenos de alga kombu, pequeños bocados llenos de tradición.
• Gyudon: un delicioso bol de arroz cubierto con carne de ternera cocida en una suave salsa.
• Karaage: el clásico pollo frito japonés, crujiente por fuera y jugoso por dentro.
• Teriyaki Burger: un toque moderno que encantó a los asistentes.
• Yakisoba: los siempre populares fideos salteados con verduras y una intensa salsa.
El sake, las bebidas refrescantes y los dulces tradicionales pusieron el broche perfecto para quienes querían experimentar un pedacito del Japón más auténtico.
Entre las actividades culturales y tradicionales que entretuvieron a los presentes se hizo el juego de cometas (takoage), un pasatiempo tradicional de Año Nuevo que trajo diversión al aire libre; el kendama un clásico juguete que pone a prueba la destreza y coordinación de niños y adultos y el famoso Origami en pequeños talleres donde los asistentes aprendieron a crear figuras de papel, explorando la paciencia y la creatividad que caracterizan este arte.
La celebración también contó con la poderosa energía de los taiko (tambores japoneses), cuyos ritmos resonaron con fuerza, conectando a los presentes con la esencia ancestral de Japón.
Para quienes querían llevarse un recuerdo más personal, la experiencia de vestir un yukata (kimono de verano) fue uno de los momentos más especiales, permitiendo a todos sentirse parte de esta fascinante cultura.
El evento culminó con la demostración del mochitsuki, el ritual tradicional de golpear arroz para preparar mochi, símbolo de esfuerzo y unión. Después, los asistentes disfrutaron de estos deliciosos dulces de arroz. Y, como no podía faltar, la tradicional sopa ozoni se sirvió como un deseo de prosperidad, buena suerte y un comienzo lleno de fortuna para todos. Y una rifa para los niños.
Esta celebración fue mucho más que una fiesta: fue un puente cultural que unió a catalanes, japoneses y apasionados de Japón en una experiencia inolvidable llena de tradición, alegría y sabor.