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El gran apagón

El gran apagón

Cero eléctrico. Se detectaron perturbaciones antes de la caída eléctrica. Foto: Hecha en Grok

Cero eléctrico. Se detectaron perturbaciones antes de la caída eléctrica. Foto: Hecha en Grok

12:32 del mediodía.

Me pregunto quién habrá nacido exactamente a esa hora, cuando la luz se apagó de golpe y todo quedó en suspenso.

A mí el gran apagón nacional me pilló en casa. Había vuelto un momento para comer rápido y llamar a mi entrevistado del día antes de volver a salir. Todo iba sobre ruedas, con mi hijo ya en el colegio, recibiendo además una buena noticia y me acababan entregar un romero gigante para embellecer mi terraza.

Sonaba la COPE de fondo. Y de pronto, silencio eléctrico.

Opté por mantener la calma a mi manera, un buen gelato como mano de santo.

No fue sólo un apagón de luz; fue una interrupción en la normalidad, una sensación extraña de vulnerabilidad y, a la vez, de claridad.

Rápidamente surgieron las especulaciones. La versión oficial “un posible ciberataque” o unas oscilaciones que desestabilizaron la red eléctrica, provocando un fallo en cascada, En las redes hay miles de bulos ya. 

Según datos de Red Eléctrica, el consumo de electricidad en España cayó súbitamente un 40% a las 12:35 horas, apenas cinco minutos después del inicio del apagón, que afectó también a Portugal y algunas partes de Francia.

La magnitud de lo ocurrido fue tal que tres comunidades autónomas -Andalucía, Extremadura y Madrid- solicitaron la activación del nivel 3 de emergencia de protección civil, y el presidente del Gobierno aprobó sus peticiones.

Con el paso de las horas, la situación comenzó a mejorar. Para las 20:50, aproximadamente el 63% del consumo eléctrico ya se había recuperado en España, especialmente en el norte y el sur, mientras que el centro seguía esperando.

En Portugal, la compañía eléctrica REN anunció que el suministro fue restablecido a unos 750.000 consumidores después del apagón generalizado que dejó a oscuras a todo el país.

Curiosamente, bajo la misma gestión, ya hemos vivido una pandemia, un volcán en erupción, una crisis inflacionaria, una nevada histórica, una DANA devastadora y ahora un apagón general.

Algunos dirán que son casualidades. Otros, quizás, piensen que las casualidades también hablan.

El 28 de abril de 2025 quedó registrado como un día en que la fragilidad del sistema se hizo visible para todos.

No hizo falta una guerra, ni un gran desastre natural, bastó una chispa de inestabilidad para dejar a millones de personas desconectadas. Un cero eléctrico.

Un recordatorio silencioso de lo que somos cuando todo aquello que creemos garantizado desaparece de golpe.

A pesar de todo, hubo una nota de esperanza.

Sin semáforos funcionando, el tráfico en muchas ciudades se reguló con sorprendente civismo.

Conductor tras conductor, la cordura y el respeto prevalecieron sobre el caos que cualquiera habría esperado.

En medio de la incertidumbre, la gente demostró que, cuando quiere, sabe actuar con responsabilidad y calma.

Volvió la luz, gracias a la teta eléctrica de Marruecos y Francia.

Por suerte no hace calor.

Fin