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Comprar con el raciocinio o con las emociones

Comprar con el raciocinio o con las emociones

 

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Comprar también es uno de los placeres de la vida

 

Te has preguntado a ti mismo alguna vez como son tus hábitos de compras. Si compras realmente con la cabeza o con las emociones, por capricho del momento objetos que ni siquiera utilizarás o peor aún que desecharás porque tienen fecha de caducidad o realmente eres un ser maduro en la adquisición de tus provisiones????.

 

En la sociedad de consumo actual donde la publicidad domina el imperio de los sentidos y hace que memoricemos lo que es guay, lo que está de moda, lo chic, podemos palpar como la gente compra compulsivamente lo que necesita y lo que no necesita. Inclusive, hasta convertirse en acumuladores de enseres que podrían indicar un desorden obsesivo-compulsivo, lo que le lleva a acumular desmedidamente objetos, ropa, zapatos, mobiliario y objetos que ni siquiera saben que tienen a la mano.

 

Todos tenemos motivaciones emocionales para comprar y la publicidad lo sabe muy bien, y es por ello, que sella argumentos emocionales en nuestras mentes para detonar nuestros hábitos de compra como por ejemplo, los productos de cuidado personal que prometen milagros para rejuvenecer, adelgazar, verse atractivo y bien para alguien (sexo). 

 

Es curioso observar como los estrategas del marketing ofrecen productos y servicios que influyan en los sentimientos del cliente, en su idiosincracia, en su escala de valores y en sus necesidades y cómo nos dejamos arrastrar en el torbellino de esa poderosa influencia.

 

Hasta que punto vamos a comprar con el raciocinio y venimos a casa con otras cosas que ni necesitamos. Hasta que punto, gastamos más de la cuenta para darnos siempre el capricho de comprar y comprar y comprar hasta lo que no nos podemos permitir?.

 

Con las crisis y todo yo observo que la gente gasta bastante. Compra por ansiedad, por moda, muy lejos de los hábitos de compra de nuestros abuelos, que compraban por ejemplo un mueble para toda la vida o un par de zapatos anual, eso si, de buena calidad. 

 

Nuestros antepasados sabían valorar cada adquisición por muy pequeña que fuera. Ganaban lo suficiente para mantener a una familia, no con lujos, pero si con lo necesario. Ahora, la mujer presumida si no tiene 40 pares de zapatos en su armario no es ella y hasta se siente triste y desdichada. 

 

También hay los que no tienen para gastarse en caprichos y lloran, patalean, por no poder ir a los grandes almacenes donde están colgadas las perchas de las marcas de moda para satisfacerse de una necesidad no permanente, muchas veces despilfarrando lo que no tienen ni para cubrir las necesidades básicas familiares.

 

Por otro lado, está la otra cara de la moneda del despilfarrador, el meticuloso que no se compra mucho, el que no se deja llevar por la emoción del momento, el que se lo piensan mejor antes de sacar la cartera y el que tiene un control mental a la hora de comprar que se pasa de maraca para que el consumismo no impacte en su economía.  

 

Hay de todo en la viña del Señor, reza un dicho popular. Desde hace 30 años para acá se ha priorizado el consumismo por encima de todo. La gente suele comprar bienes materiales para sentirse feliz momentáneamente, no es una felicidad duradera.

 

Hazte un examen de transparencia y pregúntate si : a) ¿Compras realmente lo que necesitas?, b)¿ Compras para presumir de cara a la galería por encima de tus posibilidades? c)¿¿ Eres un ahorrador y te gusta la filosofía de vida del reciclaje? d) o Eres un shopaholic declarado? Ni tan calvo ni con dos pelucas ehh. ¡Pilas! Antes de comprarte un caprichito, pregúntate si te lo puedes permitir.

 

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