Los cigarrillos electrónicos o e-cig están en boga y ese detalle está preocupando a las grandes tabacaleras y a los gobiernos que ven como sus grandes ganancias merman por la gran cantidad de adeptos a la moda de vapear.
Hace un par de años cuando entró en vigencia la Ley Antitabaco en España, esta servidora aplaudía la gran normativa de prohibir el asqueroso humo del tabaco en los espacios cerrados, ignorando que estos dispositivos electrónicos ya los había creado en el 2003 el farmacéutico Ho Lik, en Beijing y los cuales llegaron a Europa en 2006 y a América en 2007.
El camino de la comercialización de los e-cig ha sido un camino de espinas, porque sus distribuidores son una minoría de emprendedores que carecen de permisos y estudios cientificos que desmonten las teorías de demonización del producto que lo califican de nocivo para el organismo, igual o peor que el tábaco con humo.
En la red podréis encontrar mar de cantidad de argumentos a favor y en contra de estos dispositivos, así como modelos, marcas, etc. pero te contaré mi punto de vista de fumadora pasiva, ahora vapeadora pasiva. Para mi sorpresa, he tolerado el e-cig, el vaho que emite pasa desapercibido, tienes que acercarte mucho al vapeador para que te des cuenta que aroma está exhalando. El e-cig contiene básicamente glicol de propileno, glicerina vegetal, nicotina (distintos niveles 18, 12, 6 y 0 mg/ml) y agua, además del aroma de preferencia. El precio de los líquidos y accesorios son asequibles al bolsillo, con respecto al tábaco analógico. Por ejemplo, una persona que se fuma una cajetilla de cigarros diaria gasta al año 1500 euros, mientras que alguien que vapea se puede gastar tan solo 500 al año, es decir, se ahorra una tercera parte.
Por supuesto, que me decantó para que la gente no esté enganchada al tábaco ni a otros vicios, pero si el e-cig es una opción para que sigamos teniendo espacios libres de humos, lo prefiero. Aunque en el futuro si me gustaría conocer las consencuencias de vapear a mediano y largo plazo y su inocuidad arrojadas en estudios científicos de gente imparcial alejada de la industria farmacéutica y de las grandes fortunas amasadas por las ganancias del tábaco.
Mi marido que era un fumador que le costaba dejar el tabaco de liar, me sorprendió un día al decirme que se iba a comprar un cigarrito electrónico, ya tiene dos meses y medio vapeando y no ha caído en la tentación de fumarse un cigarro analógico. Ha comenzado con 18 mg/ml de nicotina y ahora lo ha reducido a 10mg/ml por voluntad propia. Lo he dejado vapear en casa, porque no me molesta el vapor y las esencias que inhala de su nuevo juguetico electrónico. No he notado efectos secundarios en el oxígeno de mi espacio, ni de mi cabello, algo que si detestaba del humo del cigarro. Una de las cosas que he notado, es que él ha recuperado el olfato y el gusto, dos sentidos que estaban minimizados por ese veneno mortal que mata gran cantidad de gente anualmente.
Por otro, lado si estoy de acuerdo es que los e-cig sean regulados en materia de explotación del producto, distribución por gente seria que venda los e-líquidos de calidad y la normalización del consumo en espacios que estaban prohibidos desde la puesta en práctica de la Ley Antitabaco.
Ahora miro a alguién fumando un cigarrillo analógico y lo veo tan out, tan demodé, como si los e-cig tuvieran más tiempo en el mercado europeo. Claro, sería más feliz, si en mi casa nadie los usara y me dijeran un día he decidido dejar de vapear para siempre.
Ojo con este post no quiero convencer a nadie a usarlos o sustituir los analógicos, cada quien es libre hacer lo que le plazca, Hay gente que vapea con nicotina y sin nicotina, vapea aromas. Pero para los fumadores empedernidos puede ser un efecto placebo a largo plazo. Digo yo. Ganan en recuperar la salud y no apestarán a humo.