Geert Wilders, ganó este combate y aspira ganar la batalla
Holanda es el país de la tolerancia a la libertad de pensamiento y eso lo ratificó ayer el tribunal de Amsterdam que absolvió al político ultraderechista Geert Wilders, quien se enfrentaba a cinco cargos por discriminación a los musulmanes e incitar el odio hacia el Islam.
El rubio oxigenado, de 47 años ha dado mucho de que hablar en el Reino de los Países Bajos, desde que decidió plantarle cara al Islam por considerarlo "una seria amenaza a la democracia de su país". La justicia holandesa aceptó que los comentarios chocantes de Wilders en contra los musulmanes "eran denigrantes, aunque no constituyen una incitación al odio racial y son válidas en su contexto y debate social".
Según el juez, él no se dirige a los musulmanes en específico, sino al Islam en general. De verdad, me he quedado de piedra con la sentencia. He escuchado a Wilders en entrevistas televisadas y no tiene pelos en la lengua para insultar deliberadamente a todos los creyentes de esa religión que viven en Holanda, les ha dicho de todo, menos bonitos. Y su popularidad subió como la espuma desde que el islamita holandés de origen marroquí Mohammed Bouyeri asesinara de una puñalada al cineasta Theo van Gogh en el 2004 a plena luz del día.
WIlders hasta llegó a comparar el Corán (el libro Sagrado del Islam) con el Mein Kampf (Mi lucha) del nazista Adolfo Hitler, en su combate particular de advertirle a Europa sobre los peligros de la propagación de la religión fundada por Mahoma por considerarla "una religión violenta y amenazadora". Su ascenso político se lo debe a su labia populista y su crudo discurso antimusulmán. Fue diputado por el Partido Popular (VVD) y luego fundó su propio partido político (Partido para la Libertad) y en los últimos comicios en el 2010 logró 24 de los 150 escaños del parlamento neerlandés, convirtiéndose en la tercera fuerza nacional, gracias a los 1.500.000 votos que le regalaron su legión de adeptos.
Ha logrado dividir al país de los tulipanes con su incitación al odio hacia los inmigrantes no occidentales que habitan en ese país y no se cansa de repetir su eslogan "No odio a los musulmanes, odio al Islam". Saque usted sus propias conclusiones. Mientras tanto, tiene que vivir en una "fortaleza" blindada llena de guardaespaldas porque teme por su vida, al igual que lo sintió en su momento su colega la diputada de origen somali Ayaan Hirsi Ali, quien curiosamente teniendo un status de inmigrante en Holanda despotricaba contra la religión musulmana, por su trauma de haber pertenecido a una familia islámica y ser víctima de la ablación cuando tenía 5 años. De ella, hablaré en otra nota.
Lo grave del asunto es que en este siglo no se puede tolerar un odio racial que se desencadene una nueva guerra. Así comenzó Hittler con los judíos y desencadenó la Segunda Guerra Mundial y el funesto holocausto nazi y nadie hizo algo para evitarlo, excepto los rusos con la ayuda tardía de los americanos. La iglesia católica en esa época se lavo las manitos.
La islamofobia se ha acrecentado desde los sucesos del 11 de septiembre de 2001 con el atentado a las torres gemelas e Nueva York. Me extraña que Holanda, un país que sufrió en carne propia los horrores del nacionalsocialismo durante la ocupación alemana, haya decidido no darle un "regaño" a Wilders para que modere sus comentarios y no llegue hasta los insultos con los simpatizantes del Islam.