¿Por qué haces esto?
Estabas sentado solo en el riachuelo.
La verde hierba brotaba...
y el agua salpicaba empujada por la brisa primaveral.
Prometiste que, aunque te marcharas, no lo harías para siempre.
Esa fue tu promesa.
Me siento en el riachuelo cada día...
y pienso sin cesar en lo mismo.
Cuando me prometiste que nunca te marcharías para siempre.
¿Me estabas pidiendo que no te olvidara?